top of page
  • Facebook
Buscar

EL VIAJE DEL GENERAL


ree

Cuando el chino Velasco se embarcó en el "Imperio", barco chileno anclado días antes en el puerto de Paita, aún existía el Tren de la nostalgia que unía Castilla con Catacaos. En aquel año,1929, se concluía la construcción del hospital de Belén en los médanos de Tacalá. Por aquel entonces, el distrito de Castilla ya había recibido la primera migración del bajo Piura. En pocos años se concluiría la construcción de la carretera panamericana que uniría Piura con Chiclayo y se crearía la base aérea No 7 de la FAP.

Fue su amigo de barrio, don Nemesio Estrada Morales, quien lo acompañó hasta el puerto de Paita para despedirlo. Antes de que abordara la nave que lo acercaría a su sueño, Nemesio le colocó algunos billetes en el bolsillo de la camisa y le dijo: “Para algo te han de servir, querido chino”. Se dieron un fuerte abrazo de despedida. Aquel noble gesto, el chino Velasco jamás lo olvidaría. Nemesio tampoco olvidaría las palabras del chino, con la sonrisa prendida en los labios, al despedirse: “Volveré a Piura cuando sea Presidente”.

Llevaba como único equipaje su maletita de cuadraditos en donde guardaba celosamente sus certificados de notas que acreditaban sus estudios primarios y secundarios cursados en la Escuela No 21 y el Colegio San Miguel de Piura, respectivamente.

El ambiente político que reinaba en Lima era tenso y el presidente Augusto B. Leguía apenas se sostenía en el poder. Las heridas de la guerra con Chile aún no cicatrizaban y había una desazón y malestar por lo de Leticia. Al desembarcarse en el puerto del Callao, lo primero que le deslumbró fue el Terminal del Tren Eléctrico. Sus tres imponentes portales barrocos y sus columnas adornadas con el escudo peruano lo fascinaron. Le recordó lo sobrio y sencillo que era, en comparación, el Terminal del tren Piura – Paita. Media hora duró el viaje del Puerto del Callao a Lima. Se apeó en Descalzos. La plaza de Armas bullía de gente. Los tranvías, los autos Ford tipo T, las carretas haladas por caballos y los limeños vestidos de terno y sarita aún preservaban el aire republicano de Lima. Se sentó en una de las bancas y miró el viejo Palacio de Gobierno con sus múltiples ventanales y sus balcones virreinales en sus extremos. Soñó, un instante, con ser Presidente.

Se instaló en un hotelito de la calle Mercaderes y al día siguiente, muy temprano, abordó el tranvía que lo llevaría a la Escuela Militar de Aplicación, en Chorrillos. Pero no alcanzó a inscribirse para rendir los exámenes de admisión en la Escuela de Cadetes. Debía esperar hasta el siguiente año que reabrieran las inscripciones. El poco dinero que llevaba para mantenerse en la Capital no le alcanzaría. Entonces, decidió enrolarse como soldado raso el año 1930. Durante su permanencia en la tropa presenció el golpe de estado que encabezó el Teniente Coronel Luis M. Sánchez Cerro, piurano también, quien depuso al Presidente Leguía y lo encarceló en la penitenciaría de Lima. Estos acontecimientos lo pusieron en contacto con la realidad política peruana. Estuvo bajo las órdenes del Capitán Félix Huamán Izquierdo, paisano huancabambino, quien lo apadrinó y apalancó para ingresar a la escuela de oficiales un año después. Este último fue ministro de Justicia en el gobierno del presidente Manuel A. Odría.

Siendo cadete, cuya procedencia era de tropa, Velasco asistió al Hipódromo de Santa Beatriz, hoy Campo de Marte, a la Parada Militar donde el Presidente Sánchez Cerro pasó revista a las tropas que serían enviadas al Trapecio de Leticia. Allí sería testigo presencial del asesinato del Mandatario. Este episodio marcaría para siempre su carrera militar.

Juan Velasco Alvarado nació en las inmediaciones de lo que ahora es la avenida Tacna y el Puente Bolognesi de Castilla. Su casa lindaba con los fundos de los Gonzales y los Flores. Por aquel entonces ya existía el Guabo. Era un pedazo de terreno que el propietario del fundo había habilitado como cancha de fútbol donde se han formado varias generaciones de futbolistas. Allí, en ese mismo lugar la amistad de Nemesio y el chino Velasco estuvo a punto de quebrarse. Luego de un partido de futbol, ambos se trenzaron a golpes. Aquella pelea no tuvo carácter deportivo. Fue por celos. El Chino Velasco enamoraba a una hermana menor de Nemesio.

Sin embargo, aquel percance entre ambos fue pasajero y no logró romper aquella gran amistad. Don Joaquín Cerro contaba que la chapa de “Carrito” que tenía Nemesio se la puso el Chino Velasco, por lo veloz que era éste y por el primer carro que llegó a Castilla. Algunos personajes que integraban el equipo del barrio fueron: Guillermo “maniro” Huertas, el “sastrecito” Chávez (padre del guitarrista Tacaleño Telésforo), Alejando Pacherrez, el “carpintero” Estrada Moscol, Leopoldo “18” Pacherrez, el portero “chino” Alama, Ricardo Suavo, Juan Luque y Nicanor Jiménez Palacios.

La carrera militar de Juan Velasco fue brillante. Primer puesto de su promoción “Huascar” (1934), hasta la Presidencia del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (1968).

A su retorno de París, donde fue agregado militar en la Embajada del Perú (1964), fue nombrado Jefe del Estado Mayor de la I Región Militar, en Piura. No cumplió con la promesa que le hizo a su amigo Nemesio. Pero cuatro años después retornó como Presidente de facto.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


Para consultas de medios,
contacta a Roberto

Regístrate para recibir noticias

¡Gracias por tu mensaje!

© 2024 Creado por Bárbara Talledo C

bottom of page